Foto de Anthony Tori en Unsplash
Una de las técnicas narrativas que más me gusta utilizar a la hora de escribir es plasmar los pensamientos de los personajes. Saber cómo hacerlo te ayudará a profundizar en los personajes. Es una gran forma de humanizar a tus protagonistas y de mostrar una versión mucho más íntima que tal vez no tengan la oportunidad de reflejar mediante el diálogo.
Hay muchas razones para querer escribir los pensamientos, en mi caso incluso surge el caso en La luz del ocaso en la que ciertos personajes pueden hablar entre sí con la mente. Para representarlos, existen dos estilos diferentes: EL DIRECTO Y EL INDIRECTO.
¿Qué es el estilo directo?
Se trata de la forma de narrar las palabras de los personajes tal y como las reproducen. Esto se aplica tanto a la voz verbal como mental. A la hora de representarlo, la recomendación de la RAE es siempre utilizar las comillas latinas o angulares (« ») y no entre cursiva. Para poder utilizarlas en el Word, solo tienes que ir a Insertar y Símbolo.
Ejemplo: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo su atención. «Por fin pronto alcanzaremos tierra firme», pensó Jack aliviado.
La estructura que se utiliza es siempre la misma. La coma se coloca después de cerrar las comillas, y cuando el narrador vuelve a tener el control se escribe en minúsculas. Podemos encontrarnos con que el pensamiento termina la oración sin que intervenga el narrador, en cuyo caso es igual que antes, el signo de puntuación siempre va fuera. Esto se aplica incluso cuando el propio pensamiento termina con un signo de interrogación o exclamación.
Ejemplo: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo su atención. Jack pensó: «¿Alcanzaremos pronto tierra firme?» .
3 tipos de paralelismos que existen entre los pensamientos y los diálogos
1. Introducir incisos del narrador
Los pensamientos en este estilo no son más que diálogo mental. Al igual que estos, es posible que en una construcción más larga se quiera introducir un inciso narrativo. Para ello, podemos seguir dos opciones. La primera es escribir la frase completa entre comillas y el inciso entre guiones largos.
Ejemplo: «¿Eso que suena son gaviotas? —pensó Jack esperanzado—. Debemos alcanzar pronto tierra firme» .
La otra forma de representar estos incisos es abriendo y cerrando las comillas antes y después del inciso. Es decir:
Ejemplo: «¿Eso que suena son gaviotas?», pensó Jack esperanzado. «Debemos alcanzar pronto tierra firme» .
Aquí no hay una opción más válida que otra, dependerá de ti utilizar una u otra según cuál te parezca mejor. Eso sí, una vez escojas una forma, te recomiendo mantenerla a lo largo de la novela para ser coherentes.
2. Pensamientos extensos
Otro paralelismo que podemos encontrar con los diálogos es la forma de representar pensamientos cuya extensión abarca más de un párrafo. Para ello, aquellos párrafos posteriores al primero comenzarán con una comilla de cierre y solo el último párrafo cerrará el pensamiento.
Ejemplo: «¿Eso que suena son gaviotas? Después de tantas semanas en alta mar, todavía no me creo que pronto vayamos a alcanzar tierra firme.
»¿Estoy preparado para enfrentarme al duque? Me duelen las manos de tanto entrenar con la espada, sé que he mejorado, pero tal vez no todo lo que debería.
»No. Tengo que hacerlo, no puedo rendirme después de todo por lo que he pasado».
3. Intercalar pensamientos y diálogos
Tal y como he mencionado en la introducción, un recurso habitual que utilizo en mi novela La luz del ocaso es el de tener personajes con la capacidad de mantener conversaciones mentales. Hay varias formas de manejar esta situación, si bien no hay una correcta, sí que te voy a hablar de las recomendaciones que creo más oportunas dependiendo de la ocasión.
Es posible que estos diálogos mentales sean una excepción puntual en el texto, que se dé el caso en el que no siempre la línea de pensamientos sea bidireccional o que, por ejemplo, el flujo de pensamientos se mezcle con diálogos normales. En este tipo de situaciones, mi recomendación es la de indicar con comillas los pensamientos y los diálogos normales con guiones largos.
Ejemplo: «Preparémonos, pronto alcanzaremos el puerto y no creo que nos reciban con las manos abiertas», la voz de Raya resonó en su mente.
—¡Vamos, holgazanes! La capitana quiere veros antes de desembarcar.
«Tendrás, que esperar. Es hora de que le contemos la verdad a la capitana».
Sin embargo, llevar al extremo el uso de las comillas puede resultar contraproducente para la novela y ensuciar el texto. Si la comunicación mediante pensamientos es el único medio utilizado, podrías considerar mencionar en la narración que están haciendo uso del pensamiento y construirlos como diálogos normales.
Al final, tienes que escoger la opción que mejor encaje en la novela. Si dudas de cuál usar, siempre es de gran ayuda una opinión ajena a la obra que valore si le resulta incómodo o no.
El último caso que quiero mencionar es el de la posibilidad de introducir pensamientos dentro de un diálogo. Es menos frecuente encontrarlo, pero podría suceder que el personaje que está hablando relate una historia en la cual hay un pensamiento. Considerando que la conversación se introduce mediante el guion largo, utilizaremos las comillas latinas.
Ejemplo: —¿Fueron capaces de vencer al duque? —preguntó con un brillo en los ojos.
—Verás, en cuanto el barco llegó al puerto, decenas de pistoleros los estaban esperando. Pero Raya y Jack se habían preparado junto a la capitana. «Es el momento de que probemos el cañón», pensó Jack para que solo su compañera se enterase.
¿Qué es el estilo indirecto?
Al contrario del anterior estilo, en esta forma de representación es el narrador quien reproduce lo que ha expresado el personaje. Por tanto, no se utilizan sus palabras textuales y la oración se debe reajustar para que los tiempos verbales o pronombres concuerden.
Estamos más acostumbrados a utilizar este estilo. El pensamiento se introduce utilizando en general los verbos declarativos, como puede ser decir, preguntar o murmurar entre tantos, acompañados por la conjunción que.
Ejemplo: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo su atención. Jack pensó aliviado que pronto alcanzarían tierra firme.
Sin embargo, no siempre es necesario seguir este esquema. ¿Qué sucede cuando queremos representar una pregunta?
Ejemplo: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo su atención. Jack se preguntaba si por fin estarían cerca de alcanzar tierra firme.
Pensamientos en primera persona
Hasta ahora, todos los ejemplos que he mencionado estaban enfocados a aquellas obras escritas en tercera persona. ¿Qué sucede si quiero utilizar un narrador en primera persona?
En realidad la respuesta es bastante sencilla. Este tipo de narrador es una voz que procede del propio personaje en el que se focaliza. Por tanto, presuponemos que todo lo que estamos leyendo ya son sus pensamientos. No necesitamos introducirlos mediante comillas ni mediante verbos declarativos. Ahora bien, la distinción entre el estilo directo e indirecto sí que se puede respetar incluso con el narrador en primera persona.
Ejemplo estilo directo: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo mi atención: por fin alcanzaremos tierra firme, ya no tengo escapatoria.
Ejemplo estilo indirecto: El graznido de unas gaviotas atrajo de nuevo mi atención. Por fin alcanzaremos tierra firme, ya no tengo escapatoria.
Narrador equisciente
De hecho, existe un caso particular en la tercera persona en la que incluso podemos prescindir del uso de las comillas. Se trata del narrador equisciente, aquel narrador que se encuentra en el punto de vista de un personaje. Solo conoce y narra aquello que el personaje podría hacer y, por tanto, el narrador también se encuentra en sus pensamientos.
¡Hasta aquí mis recomendaciones sobre cómo escribir pensamientos en una novela! Espero que te haya servido para aprender a utilizar este recurso que, como he dejado caer, considero que puede aportar un gran valor a la novela.
¡Gracias por haber llegado hasta aquí! Cualquier duda que no haya quedado resuelta, norma que se me haya olvidado mencionar o comentario general no dudes en decírmelo.